viernes, 18 de enero de 2013



Los ríos no fluyen hacia las montañas 
por mucho que tú me lo cuentes, 
ni el sol sale por el oeste 
aunque me lo digas cien veces. 
Esa pertinaz manía de no valorar
al de enfrente es dilatante, 
como un ‘andancio’ del norte, una epidemia. 




Es de locos que repitan
los mismos pasos con zapatos 
de números distintos, 
escuchar las mismas cosas 
en diferentes gargantas, 
y aún así tener paciencia. 
Ser amable y generosa no es sinónimo 
de ser una estúpida e ignorante, 
pero siguen echando cuerda a la potencia 
de sus timbres, y
al bronco eco de sus torsos, 
y así no hay quien baile,  ni canapee 
en este fiestón de gorilas. 



Nená de la Torriente