Sabemos
por las marcas que otros dejan,
por
las huellas de los dedos,
los
trazos de tinta.
Las
voces fugadas de ésta o de aquella
garganta,
sabemos
y no nos preguntamos
porque
anhelamos demasiadas respuestas,
y
de entre tantas nos bastan para tanto hambre
como
tenemos,
y
no buscamos la firma ni su garantía.
No
somos más que huérfanos,
delirios
de fiebre y de soledad a oscuras;
temblor
en las manos y en la lengua,
corazones
tímidos y a medias
con
sed y apetito de cercanía.
Nená de la Torriente