Acerca
tu cruz a la mía
haremos
el marco de una
generosa
puerta.
Buscaremos
más cruces
y
formaremos un túnel,
para
tener un techo
donde
dormir.
Ya
no estarás solo en el
ajobo
de tu desdicha,
con el defectuoso hueso combo
de
tu espalda y
en
el silencio de tus calamidades.
Dormirás
con mis desaciertos,
mis
pecados, y todo el pesar
que cargaba en mi pesada cuita,
y
con los fatigosos infortunios del resto.
No
volveremos nunca a estar solos.
Nená de la Torriente