sábado, 26 de enero de 2013

-Me levanto el sombrero-


Si conocieras cómo sonrío 
-generosa,  generosa- 
y la forma brutal como cae mi lágrima 
borrando en ácido todo a su paso, 
nunca entenderías este dolor 
que me acompaña siempre. 

No soy nadie. 
Un poco de tinta,  una imagen invertida, 
unas comas,  y un latido mordido 
por todo lo que sabe 
andar fuera de sus letras. 

Tú haces eso,  crear escritos vivos, 
y te admiro,  y como yo, 
debiera admirarte todo el mundo, 
porque no traes engendros 
ni clavas chinchetas en tableros de corcho 
con cuartillas vacías. 

Eres el poeta
el pulso partido, 
la razón sin desequilibrio, 
la voz de las cosas y del instinto. 




Nená de la Torriente