sábado, 12 de enero de 2013




Cestas viejas  
con olor a tierra,  
cargan zanahorias  
con sus penachos verdes,  
y pequeñas caracolas blancas  
trepan por su descolorido mimbre. 
Trenzas de ajos y  
de cebollas rojas 
cuelgan en la pared como tapices, 
y lagartijas mates 
serpentean en las grietas, 
jugando al escondite. 
Todo alrededor juega,  hasta el cielo, 
que a simple vista parece dormido 
anda travieso. 
Aves inquietas se persiguen entre 
las nubes lentas, 
lentas como vagones hacia vías muertas. 
Todo se mueve. 



Nená de la Torriente