Aislamiento.
El
poeta en su actitud pulcra
provoca
el aislamiento.
Yo
sólo escribo, leedme,
miradme
en mi aureola de súplicas,
en
mis parabienes y mis ‘paramales’,
en
mi sin identidad,
en
mi ‘no comento’.
Comentarme, por favor,
decidme
cuanto queráis,
yo
no estoy, ya me ido,
soy un alma en suspenso.
Sostenido
en la quima más alta
y más
baja de la higuera,
o
en la de cerezo de monte.
Ausente
como el 'es que no es'
siendo
germen del poema,
sublimidad
mal entendida,
mal
sostenida.
Diré
que no quiero llamar la atención
y
diré mal,
porque
estoy diciendo que no os acerquéis más
que
necesito estar lejos.
Nená de la Torriente