miércoles, 30 de enero de 2013


Aislamiento. 
El poeta en su actitud pulcra 
provoca el aislamiento. 
Yo sólo escribo,  leedme, 
miradme en mi aureola de súplicas, 
en mis parabienes y mis ‘paramales’, 
en mi sin identidad, 
en mi ‘no comento’. 
Comentarme,  por favor, 
decidme cuanto queráis, 
yo no estoy,  ya me ido, 
soy un alma en suspenso. 
Sostenido en la quima más alta 
y más baja de la higuera, 
o en la de cerezo de monte. 
Ausente como el 'es que no es'  
siendo germen del poema, 
sublimidad mal entendida, 
mal sostenida. 
Diré que no quiero llamar la atención 
y diré mal, 
porque estoy diciendo que no os acerquéis más 
que necesito estar lejos. 




Nená de la Torriente