Te
acuno ligero en mi palma,
como
todas las cosas que he tenido.
Por
eso no facturo maletas,
no
quiero quedarme con nada
que
ya habite sus cosas.
Me
gusta mirar sin mirar,
esa
extraña manera como se posa el ojo
en
la distancia lejana, y sueña,
y
deja de atender los puntos de color
que
acuden a enredar su interés;
es
como mirar el fuego
y
ser llama, o mirar el mar
y
ser parte de sus olas.
No
puedo retener lo que no es mío
porque
no lo quiero atesorar,
aunque
quiera quedarse conmigo
o
me seduzcan sus formas.
Nunca
nadie ha sabido entender nada.
Ahora
me cuesta viajar con beneficio
y he aprendido
a
olvidar con tanto ahínco,
que borré sin querer
más
recuerdos de los que deseaba.
Nená de la Torriente