Fría
tu palabra,
tu
precisa palabra fría.
Cuenco
vacío
como
el ojo muerto.
Detrás
de la puerta hay
cristales
oscilando,
son
las letras
de
un poema huérfano:
Llora
la –a y la –o,
la
–i se contiene,
pero
la –e es más astuta
y
salta al suelo.
Mil
pedazos de una –e,
mil
pedazos,
que
alguien pisará al azar
en
cualquier momento.
Una
gota de sangre bastará.
Dirás
que tu palabra
esta
viva,
viva
palabra, intensa y viva,
otra
sentencia incorrecta.
Nená de la Torriente