Letrado
racional,
prodigioso
constructor
de
delicados paisajes.
Huelo
el monte que pisas
y
mastico el arroz hervido
que
has guisado.
Me
late el pulso con el ritmo
de
tus cosas,
rozo
la sensibilidad de tu letra.
Hombre
niño,
niño
hombre
de
emotividad imperfecta,
cómo
me dueles.
Desconoces
tanto
la
ternura real, la mutación
que el 'te amo' crea.
Sólo
sabes de dependencia
y de deseo,
y
conservas la precisa inteligencia
para
adornar,
insuperablemente,
todo
lo demás.
Cómo
me dueles.
Cómo
me dueles
y cómo me duelo.
y cómo me duelo.
Nená de la Torriente