Pongo mis manos en ti
como
si pudiera reanimar tu pulso.
Espera
un segundo, no te apartes,
ellas
conocen un lenguaje de siglos
que
aún quietas sobre tu pecho
encontrarán
tu latido.
Cuando
lo hagan,
irremediablemente
tú
tirarás de mi cintura
y
atraparás mi cuerpo,
labio
a labio será imposible
evitar
el beso, lento, muy lento,
suave, muy suave,
pero
una vez dentro de la inmensidad
de
nuestras ciegas bocas,
jamás querrá buscar la salida.
Nená de la Torriente