por eso no era bueno
compartir cama y pitanza.
Herirse era su demostración de fuerza’.
Federico L. Sastre
Ven a enseñarme a
sentir.
En este penal te
procuran
pan y agua,
y un mendrugo de
sexo.
Seis palabras como
máximo,
y un codo de
lenguas
para rozar calamidades
sin que se
conforme la costra.
Ven si puedes clandestino
para que no te
descubran.
Sabré ocultarte
por el día
en los pliegues de
mi pecho,
y de noche serás
el aliento
que gima a través
de mis labios.
No podrás quedarte
mucho
sabrán pronto que
soy distinta
que no acato
autoridades,
que desprecio sus
mendrugos,
que jamás probé su
pan
y que con su agua enjuago
mi indecente
descaro.
Nená de la Torriente