martes, 29 de enero de 2013

-Bautismo-


Qué nos queda cuando a la mitad del camino 
nos pensamos el fin de la historia. 
Cuando la historia está escrita -o eso creemos- 
y nos damos cuenta demasiado tarde. 
Qué lastre la fe para que el que cree y descubre un día 
que no era así como debía sostenerla, 
que no es un papiro ni un incunable 
sólo hojas en blanco que reponer a cada hora. 
Qué desastre el enamorado de otro ser con el que ha invertido, 
todo cuanto tiene,  todo cuando siente, 
y al sonar la campana el grito de ‘al patio’ 
le confunde y le amarga. 
No hay propiedades,  ni palabras pequeñas,  ni palabras 
sagradas,  sólo segundos horneados con besos y abrazos 
siempre perdidos por necedades y orgullos. 
Déjame mirarte todo lo que pueda,  todo lo que tú me dejes, 
y besarte hasta me duelan los labios, 
y el tiempo, 
y la palabra enmudezca porque haya entendido. 



Nená de la Torriente