sábado, 12 de enero de 2013


Mi poema engorda 
como engorda el ganado con el pasto, 
cuando tú te abres la camisa. 
Se ensancha,  cuando se llena de un verbo 
que no es el suyo. 
Crece a la lo alto 
como caracol de goma, cuando habla 
tu fragilidad y se hace espada. 


Mi poema engulle 
todas las cosas buenas 
que salen de tu llaneza 
y se prende en una llama de emoción 
sin techo, 
porque entiende que aún podemos 
llamarnos seres humanos. 



Nená de la Torriente