vivir
cada día,
como
un primo segundo de otro,
idénticos
todos.
Levantarte
y ponerte los zapatos de ‘ahí vamos’,
los
pantalones de la confianza
y
el abrigo de la ironía.
Cada
mañana mudar
la
cara de pesadilla
por
la de amable vecino,
comprensivo
amigo,
apasionado
amante.
Entiendo
que una y otra, y otra y una,
son
muchas para repetir en los calendarios
y
que no desdeñas la idea de tirarte al muro,
y
mandarlo todo a Villa Boñigas de Abajo.
Comprendo
que un poema debe ser una
exaltación
hermosa, de lo espléndido
o
de lo deforme,
y
no una burda lectura de un diario,
pero
la vida dejó de ser una intensa sorpresa
cuando
dejaste que decidieran por ti.
Pero
si los cantos ruedan por los pedregales
con
las primeras lluvias,
qué
no podrás hacer tú con tu perseverante pulso.
¡Gira tantas veces como sea necesario!
No
te quedes dormido.
Nená de la Torriente