martes, 1 de enero de 2013


El ala de una libélula, 
perfecta tela, 
confección escrupulosa. 

Imitamos lo que la naturaleza 
sola ya ha creado. 




El entramado preciso, 
pluscuamperfecto, 
estructura exacta. 
Reproducimos,  remedamos, 
emulamos,  repetimos, 
copiamos e incluso 
parodiamos,  la perfecta proporción 
de las cosas,  de los seres 
en su esencia rigurosa. 

No podemos evitar ser los segundos 
en esta suerte de memoria, 
ni podemos evitar ser artesanos 
de nuestra propia visión del mundo. 
Somos los ojos de las paredes, 
los oídos del río, 
el temblor del labio que busca el beso. 
Pero sentimos a menudo que 
estamos completamente solos. 



Nená de la Torriente