jueves, 10 de enero de 2013


Aún con los ojos cerrados 
puedo oler a hierba recién cortada, 
apilada con el rastrillo viejo. 
Llenar mis labios de ti 
con los versos que todavía no has escrito. 





Emborracharme del mejor vino 
sin vino ni vasos de barro,  y 
sentir un maretazo de placer de pies a nuca 
sin tacto alguno. 

Aún puedo hacerlo, 

cómo aún puedo sentir como llega la muerte 
despacio a cubrirme los ojos, 
y taparme la voz y ligarme las manos 
suspendiéndome el pelo en miles de hilos secos, 
en el silencio de cualquier tarde. 

Si aún es pronto, 
pero en cualquier momento 
será a deshora  ¡ven corriendo! 
O déjame entrar ya en tu pecho. 



Nená de la Torriente