viernes, 2 de diciembre de 2011


Lejos de casa, 
arañado por la ausencia 
de una prosapia desconocida, 
¿dónde el jardín de hierba, 
el matojo, la zarza, el  arbusto? 




Ser de un lugar extraño, 
y ser forastero en una ciudad. 
Inmóvil, mudo, ausente y vivo. 
Si pudieran hablar los árboles 
de nuestras ciudades 
¿qué contarían? 
Un torrente de secretos. 
La maldad, la bondad, 
los besos, los hurtos, las despedidas, 
las lágrimas, el acecho, los ‘ya no puedo más’, 
‘mañana busco trabajo’, ‘ya no me quiere’, 
‘le odio’, ‘le amo más que a nadie en el mundo’, 
‘es un payaso’. 

Que suerte tenemos que sean mudos. 



Nená

2 comentarios:

  1. Primero: pobre árbol.

    Segundo: torrente, bella palabra para bailar con ella. Y si se le intercala una 'i' por ahí ya sabes como queda.

    Tercero: acecho: una palabra que me atrae tanto como me inquieta.

    Besos, Není.

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  2. Sí el árbol me dio penuca, en realidad por ese motivo escribí sobre él. Tempero es una palabra preciosa, ya no sólo por lo que significa, sino por su sonoridad, yo me echaba un chotis con agrado, y clavel en el pelo. Y la palabra acecho la tiramos a la basura, ¡pues anda que no sobran palabras! jajajaja.

    Besotes,

    Není

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