domingo, 25 de diciembre de 2011


No hay reseca, 
sólo la evidencia clara 
de una edad imprecisa 
que le duele el espacio que ocupa. 

Y aquello que anduve 
olvido con vehemencia, 
cada siete de la mañana. 

Pero cuando los rayos de luz 
se cuelan,  como alfileres, 
sobre mi tazón de café, 
sufro de amnesia, 
e imagino que llevo dos trenzas. 

La boca toma el regusto del chocolate 
y del turrón con castañas, 
y sonrío. 

La vida es demasiado hermosa,  
y algunas demasiado acéfalas
para irla ignorando. 



Nená

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame