viernes, 2 de diciembre de 2011




No hay amigos raros,  inusuales, 
hay extrañas maneras de percibir 
al ser humano. 




La confraternidad no necesita 
formularios ni puestas en común, 
sólo corazones despejados y 
autónomos, 
y cariño, mucho cariño, 
-aunque parezca una palabra condenada 
por el uso de tanto remilgado- 
Todavía hay gente que sigue pensando 
que hay amigos a la carta: 
Mismas aficiones, 
mismos círculos, 
paparruchas. 
Si fuese tan sencillo, 
se saldría con escuadra y cartabón 
a la caza del amigo, 
y es no tener ni idea del verdadero valor 
del conocido o del partidario, 
y del incondicional amigo.  
Yo no tengo categóricos amigos, 
de esos terminantes, 
aliados muchos. 
De niña sí los tuve, 
por eso los valoro tanto. 



Nená

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame