No hay amigos raros, inusuales,
hay extrañas maneras de percibir
al ser humano.
La confraternidad no necesita
formularios ni puestas en común,
sólo corazones despejados y
autónomos,
y cariño, mucho cariño,
-aunque parezca una palabra condenada
por el uso de tanto remilgado-
Todavía hay gente que sigue pensando
que hay amigos a la carta:
Mismas aficiones,
mismos círculos,
paparruchas.
Si fuese tan sencillo,
se saldría con escuadra y cartabón
a la caza del amigo,
y es no tener ni idea del verdadero valor
del conocido o del partidario,
y del incondicional amigo.
Yo no tengo categóricos amigos,
de esos terminantes,
aliados muchos.
De niña sí los tuve,
por eso los valoro tanto.
Nená
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