lunes, 19 de diciembre de 2011


Las historias, 
como los recuerdos, 
se llenan de invitados 
que quieren participar. 
Unas veces les incluimos 
y otras se autoinvitan. 
Así se va moldeando, 
con fantasía, 
con verdad, 
nuestra propia vida, 
una mezcla excitante de trama 
desentrañable. 




Hay puertas,  como seres humanos, 
que nos intrigan, 
¿qué habrá más allá de sus bisagras? 
Y uno imagina, 
e imagina auténticas historias, 
maravillosas vidas, 
cruentos relatos.  
Mágicos sucesos ocultos tras 
sus gruesos tablones.

Y cuando lo ha hecho ya no desea 
conocer la verdad, 
ha invertido demasiada pasión 
en imaginar la mentira. 

Otras veces la verdad es más excitante 
que la apasionada imaginación, 
y aún así rebuscamos hilos 
para confeccionar aún más telas. 
Somos los eternos niños de 

'léeme un cuento'






Nená

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