miércoles, 21 de diciembre de 2011


Embriaguez de colores, 
perdidas las líneas al girar el tiovivo, 
hermosos contrastes, distintas formas 
van creando los desdibujados perfiles, 
así me imagino el cielo. 

Lástima de esa música machacona 
que termina induciendo al regueldo, 
y aquel mundo inicialmente mágico  
se convierte en la trampa,  
el auténtico castigo. 

Los niños no la escuchan 
-estoy segura- 
su corazón suena más fuerte que ella, 
y montan su caballo,  o tocan la sirena, 
ausentes de todo esperpento. 




Nená

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