
una mesa, una silla,
un plato y una cuchara.
Nada de malas intenciones,
que ya habrá quien dé la vuelta a mis palabras
y convierta hojas de naranja en balas de punta hueca.
Me temo que los hay que tienen más miedo
que mi propio miedo,
y eso me apena,
pero el camino es muy grande
y todos erramos.
Unos se atrincheran, se golpean el pecho,
otros disparan enrabietados, la mayoría se ausenta,
yo suelo generalizar, y me llevo por delante a gente buena,
pero nunca es mi afán herir, aunque hiero,
la palabra es una daga como es un beso,
y hay que cuidarse mucho con ella.
Se escapa, se construye sola, se viste a los ojos de otro
de fulana, cuando tú la vestiste de princesa.
El poeta y el poema no van de la mano,
pero eso no hay quien lo entienda.
Un refugio,
una mesa, una silla,
un plato y una cuchara,
eso sí te ofrece el poeta.
Nená
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