viernes, 9 de diciembre de 2011



Dame un día de un par de horas, 
un lecho de flores amarillas 
y te contaré mis secretos. 




No podrán ser todos, 
porque una vida entera 
esconde muchas guaridas, 
y la gubia ha ido curvando 
las puertas 
para que cueste reconocerlas. 
Si no quieres mis confidencias, 
te cambiaré tu lecho 
por páginas en blanco, 
y escribirás tú sobre ellas. 
Te daré talones de mi tiempo 
para que hagas de mi lo que quieras. 
Puedo ser tu fiel escudera, 
la que lacre tus versos, 
el perdón de tus pecados 
o la mayor de tus flaquezas. 
Piénsalo bien, 
tengo muchos,  muchos secretos. 




Nená

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