Se nos olvidará.
Olvidaremos el trazo ordenado y pulcro
de los Cuadernos Rubio,
el olor de las hojas
y la intención del envío.
Recuerdo girar la carta
y rozar las letras escritas por detrás,
si habían sido escritas con vehemencia
parecía escritura en braille.
Siempre quise ser cartero,
me parecía el oficio más hermoso
del mundo.
Más de un adolescente esperando
una carta de amor torpemente escrita,
una madre recibiendo la noticia
de un hijo que la extrañaba,
un anciano sabiendo que volvería
a ver el verano siguiente a su nieto.
A pesar de que siempre habría malas
noticias, ser el mensajero,
la unión o el nexo humano,
era una verdadera envidia.
No puedo negarlo, me encantan
las cartas, pero ya sólo recibo facturas
y publicidad, mucha publicidad.
Nená
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