sábado, 3 de diciembre de 2011


Se nos olvidará. 
Olvidaremos el trazo ordenado y pulcro 
de los Cuadernos Rubio, 
el olor de las hojas 
y la intención del envío. 
Recuerdo girar la carta 
y rozar las letras escritas por detrás, 
si habían sido escritas con vehemencia 
parecía escritura en braille. 
Siempre quise ser cartero, 
me parecía el oficio más hermoso 
del mundo. 


Más de un adolescente esperando 
una carta de amor torpemente escrita, 
una madre recibiendo la noticia 
de un hijo que la extrañaba, 
un anciano sabiendo que volvería 
a ver el verano siguiente a su nieto. 
A pesar de que siempre habría malas 
noticias,  ser el mensajero, 
la unión o el nexo humano, 
era una verdadera envidia. 
No puedo negarlo,  me encantan 
las cartas,  pero ya sólo recibo facturas 
y publicidad,  mucha publicidad. 




Nená

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