La supervivencia barrena
allí donde halla un tabique,
se aferra con garfas a todo
para sostenerse colgada.
No importa cuánto tiempo
ni el intervalo de dolencia
que le lleve.
El molino lleva la cuenta
de las vueltas de aspa
sesgadas por el sol,
de su extrema belleza.
La vida sigue un día tras otro
sin ser derrotada,
invadiendo cada rincón
con sus perfumes,
con sus miserias
-que son las nuestras-
No se puede escapar al disparo
de la existencia,
aunque a veces nos duela
sabernos supervivientes.
Nená
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