sábado, 10 de diciembre de 2011


La supervivencia barrena 
allí donde halla un tabique, 
se aferra con garfas a todo 
para sostenerse colgada. 
No importa cuánto tiempo 
ni el intervalo de dolencia 
que le lleve. 
El molino lleva la cuenta 
de las vueltas de aspa 
sesgadas por el sol, 
de su extrema belleza. 



La vida sigue un día tras otro 
sin ser derrotada, 
invadiendo cada rincón 
con sus perfumes, 
con sus miserias 
-que son las nuestras- 
No se puede escapar al disparo 
de la existencia, 
aunque a veces nos duela 
sabernos supervivientes. 



Nená

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