Tanta protección por fuera,
una armadura a ojos vista.
El yelmo, con su cimera, su visera y su gola,
tu mente nunca será invadida.
Tu cuerpo protegido con hombreras y espaldar,
y tus piernas para correr lento,
pero no ser herido,
con rodilleras,
grebas y escarpes.
Pon las vallas que quieras,
pero tienes el corazón desprotegido,
un hueco enorme por donde pasar,
y anidarte dentro.
Sólo anima al ladrón aquello que se anda
protegiendo,
abre la cancela,
puede que así no te asalten.
puede que así no te asalten.
Nená
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