viernes, 2 de diciembre de 2011


Déjame entrar en tu vida. 

Véngame del infierno 
de no tenerte, 
de no adivinarte, 
de no contar tus dedos 
con mis dedos, 
ni saber a qué sabe tu sal 
sobre mi vaina de sal. 
Sello los ojos y me queman, 
por imaginarte despierto 
y no poder morder tu barbilla, 
ni enredar mi pelo en tu espalda 
como una sierpe imprudente. 
Véngame de este infierno 
y ódiame un poco, 
sólo un poco, 
pero invítame a entrar. 


Nená

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