Nos duran los duelos
el baile de los dancines
y su mínimo repertorio,
con esa música de fiesta
tan de andar por casa.
Pero la lágrima por inercia,
se acostumbra a sublevarse
y cae como por arte de magia.
Nos avisa que no todo está resuelto,
que hay algo roto,
que revisemos las estructuras,
las paredes,
los suelos,
los techos.
Hemos puesto
algún mueble encima
para tapar un agujero,
pero la herida sigue ahí.
Y si fuera de las que no cierran
hay que aceptarlo primero
o el llanto no dejará de derramarse,
y serás un esclavo de tu pena
como ya lo eres de su lágrima.
Nená
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