Ámame,
no dejes que te enrede
la duda en sus infinitas formas,
ni los códigos,
tampoco los revueltos patrones del alma,
ni los caminos ajenos a lo íntimo,
ni cada lágrima que aún se desconoce.
Bebe de mí hasta la locura,
con tu piel abierta
al néctar de mis gavetas,
a la noche que me abraza
y a mi madrugada indiferente y fría.
-A todo lo que pronuncie mi nombre-
Abandóname a tu sexo en desorden y fárrago,
y ama mis labios y su forma más viva
hasta darme un motivo para sonreír.
Nená
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