Regreso a Alcalá,
e invado el Retiro
como si pudiera llevármelo
con los ojos,
como si pudiera volver
a la cuna sin tantos anuarios.
Despacio, nada ha cambiado,
aunque ya no me pesan los libros
bajo el brazo, ni voy dando la lata
a ningún compañero,
con ninguna extraña visión del planeta.
La de veces que he deseado
que el tiempo se detuviera,
la de veces que he anhelado
que corriese, que se borrara.
Nunca estamos contentos.
Aquí se está bien,
en cualquier banco al sol
-sin aves cerca-,
con el ‘tontódromo’ vacío
-el paseo-,
lejos del domingo y del bullicio.
Un día cualquiera.
Nená
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