En un mundo de proporciones
perfectas
todo sería aburrido.
¿Quién se daría la vuelta
para ver al narizotas extraordinario
o a la culona con tanto donaire?
Nadie saltaría para robar un beso,
ni se agacharía para buscar el abrazo,
no habría discusiones.
Habría zombies en los parques
vestiditos de colores parejos.
Las mentes similares en ideas
y matices,
‘Claro, claro, verdaderamente’,
los cuerpos proporcionados.
Si no nos gustase uno,
¿detestaríamos a todo el mundo?
Nená
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