No es excusa.
Todos los autobuses me parecen
iguales,
quiero bajarme.
Estoy cansada y la inquietud agota
cuando nunca encuentras un alma
entre tanto cuerpo
-quizá no miro detrás de las orejas-,
o tal vez no busco, o sencillamente
estoy extenuada.
Ahí afuera el cielo sigue siendo
rabiosamente espléndido, y las calles
fusiladas por rayos de sol,
tienen la elegancia
del linaje de los faraones.
La vida es extraordinaria,
prodigiosa, el mayor de los misterios.
Pero estoy cansada,
derrotada por no escuchar casi nunca
el boom boom de corazón alguno,
y sé que lo tienen,
es imposible que no lo tengan.
Cuesta vivir rodeada de tanta amargura,
de tanta cólera, tanta inquina.
Todos los autobuses me parecen iguales.
Me siento como E.T. anhelando volver a casa,
pero no soy E.T. y éste es mi hogar.
Nená
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