martes, 13 de diciembre de 2011


El cazador olvida  
que el aspecto de la pieza 
no siempre acompaña a su  carácter. 
Hay piezas 
que han conocido muchas  escopetas, 
y conocen estrategias 
fuera y dentro del fuego. 


Otras colmadas de colmillos 
están saturadas de inocencia, 
y no siempre se acierta 
si la vanidad obtura 
la táctica del trampero, 
o del que lleva el armamento. 
Hombre y mujeres se pierden 
en una burbuja de jactancia 
sin olores –afortunadamente-, 
y es una lástima. 
Primero tómense el pulso 
antes de tomárselo a otros, 
o tendrán todas las de fallar el tiro. 
Para ser cazador primero 
hay que dejarse cazar, 
de algún otro modo. 



Nená

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