Encontrar una cueva
lejos de tu mundo no es tan complicado,
¿pero quién me aleja de mi un rato?
‘Somos lo que somos
y no podemos cambiar’
-eso nos lo dicta la idiocia- .
Somos una extraña especie que es
cambiando, luego no es su esencia ser
algo en sí estático.
Mis ratos son duros,
distintos pero no sencillos,
aunque tengo de todos los tipos.
Aburrirme, lo que se dice aburrirme
no puedo,
pero harta estoy de mi hasta el hueso.
No niego que del otro también estoy cansada,
inapetente por tanta cobardía,
por su delicadeza, cero,
capacidad de entrega, menos uno,
sentido del humor, llanto seguro.
Si al menos viera ante mí un ser humano
con los brazo abiertos, ancha sonrisa
y sin expresión de tonto,
no buscaría una cueva donde esconderme,
ni andaría de puntillas por el pasillo
cada vez que llaman a la puerta.
Nená
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