En ciertas ocasiones
cuando pierdes, cuando no llegas,
cuando no ganas la carrera, respiras.
Son esos minutos quieta en el andén
del metro, a solas contigo,
apoyada en la pared
o sentada en un banco frío, pensando
en no pensar nada,
en descontaminarte de la prisa,
del estruendo.
Detrás va ese olor a humanidad
que te va saludando en cada pasillo,
y no te desagrada,
sus voces como grillos de verbena
sí te fastidian mucho, te atropellan,
te aniquilan las fuerzas.
Es un tomar aliento, esa pausa,
una posada imaginaria
con pan y vino,
con posadero gordinflón
y al final del andén una buena fogata,
para aliviar el cuerpo.
Nená
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame