domingo, 4 de diciembre de 2011

Cuando te caigas del escalón 
no te levantes altivo,  aprende, 
aunque creas escuchar: 
La primavera es colorida’
Esa clase de orgullo  
es tan inútil como un cilicio, 
que por cierto no sé para qué  sirve 
y nunca vi ninguno. 


Pero sé que hace sufrir, 
y ya son ganas. 
Tanto mirar hacia atrás 
y pensar qué pensarán los demás 
es absurdo. 
¿A caso te dan de comer? 
¿Qué público es más importante 
que tú mismo? 
El sentido del ridículo 
es ridículo en el momento que te estanca, 
que te impide hacer cosas válidas, 
si es hacer el zopenco te auxilia. 
¿Y quién tiene el medidor 
de cosas valiosas? 
A veces no uno mismo, 
ese es el problema. 
Pensarás: 
¿Cuántos quimonos de chino 
tiene en el armarito 
la niña de las trenzas? 

No tengas miedo, 
sólo me gusta pensar en alto, 
será que no tengo 
mucho sentido del ridículo. 



Nená

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