no te levantes altivo, aprende,
aunque creas escuchar:
‘La primavera es colorida’.
Esa clase de orgullo
es tan inútil como un cilicio,
que por cierto no sé para qué sirve
y nunca vi ninguno.
Pero sé que hace sufrir,
y ya son ganas.
Tanto mirar hacia atrás
y pensar qué pensarán los demás
es absurdo.
¿A caso te dan de comer?
¿Qué público es más importante
que tú mismo?
El sentido del ridículo
es ridículo en el momento que te estanca,
que te impide hacer cosas válidas,
si es hacer el zopenco te auxilia.
¿Y quién tiene el medidor
de cosas valiosas?
A veces no uno mismo,
ese es el problema.
Pensarás:
¿Cuántos quimonos de chino
tiene en el armarito
la niña de las trenzas?
No tengas miedo,
sólo me gusta pensar en alto,
será que no tengo
mucho sentido del ridículo.
Nená
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