lunes, 12 de diciembre de 2011


-Yo amo,  tú amas,  él ama la montaña-

Ella no habla bajito, 
no sabe de susurros 
ni de silbidos, 
su voz es rauca. 




Es la leona de otra selva 
mucho más árida; 
su reina, 
el resto,  meninos. 
Ni es apocada,  ni es sencilla, 
conoce puertas de entrada 
y pasos de salida, 
cuevas y sepulturas, 
rastros con cicatrices 
por donde burlar la caída. 
Sólo tienes que oírla, 
despacio, despacio, 
atenderla solícitamente, 
ponerte en sus manos 
y dejarte dominar. 
Así llegarás a la cima 
porque sólo podrás vencerla 
cediendo,  
inclinando la cabeza 
e invitándola a bailar. 
-Que no te sienta un rival, 
una amenaza hostil para su cumbre-.







Nená

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