-Yo amo, tú amas, él ama la montaña-
Ella no habla bajito,
no sabe de susurros
ni de silbidos,
su voz es rauca.
Es la leona de otra selva
mucho más árida;
su reina,
el resto, meninos.
Ni es apocada, ni es sencilla,
conoce puertas de entrada
y pasos de salida,
cuevas y sepulturas,
rastros con cicatrices
por donde burlar la caída.
Sólo tienes que oírla,
despacio, despacio,
despacio, despacio,
atenderla solícitamente,
ponerte en sus manos
y dejarte dominar.
Así llegarás a la cima
porque sólo podrás vencerla
cediendo,
inclinando la cabeza
e invitándola a bailar.
-Que no te sienta un rival,
una amenaza hostil para su cumbre-.
-Que no te sienta un rival,
una amenaza hostil para su cumbre-.
Nená
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