miércoles, 25 de enero de 2012


Él no pidió un ara de tilos 
y dormir desnudo 
entre sus hojas. 
La muerte no sabía 
cómo escribir su negocio 
con versos tibios, 
y dejó un anónimo perdido 
en sus manos blancas, 
y una úlcera con sabor a azufre en su boca. 
Yo le lloré, 
como lloran los niños 
que no entienden de  partidas, 
y me amarré a su cuerpo 
para que no se fuera. 
Nadie me dijo que la muerte 
no supiera escribir versos tibios, 
ni que la única poesía 
residiera en la memoria, 
ni en ese amor que nunca fallece 
invocando su nudo. 






Nená

2 comentarios:

  1. " ni que la única poesía residiera en la memoria....".
    Brutal Neni.

    ResponderEliminar
  2. Cuando duele mucho, no la encuentras más que en imágenes sueltas. Pero yo la comparto contigo, porque fue la misma. Con el tiempo, las imágenes se hacen dulces y se puede escribir.
    Beso apretado, Susón.


    Nená

    ResponderEliminar

Háblame