miércoles, 11 de enero de 2012


No hay sosiego 
para la mujer cansada, 
Algunos días 
ni sostiene las manos. 
La agonía de ver como 
la empujan a diario 
a un vestido que ya la agota, 
es extenuante. 
Sólo ambiciona otras cosas, 
un reclamar distinto 
sin tanto carmín, 
ni tanto lienzo 
a las doce de la noche. 

Nada mórbido 
ni inaudito. 
Singular, 
ligeramente singular, 
en un mundo con tantas 
concesiones, 
y tantos solicitantes. 
Sólo un poco de reserva, 
una chimenea prendida, 
lluvia sobre alguna teja, 
y los pies dos cojines más arriba 
de una cabeza arengada por la multitud. 






Nená

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame