Vi como partía,
un día claro, prometedor,
de aguas mansas,
de aire limpio,
vi alejarse la esperanza.
Se fueron las ganas,
ese delirio por la vida
que te sujeta con hilos y te lleva
por los aires como una cometa.
No hice nada, porque no lo entendí,
sólo tiró de mí y se soltó despacio
y la sentí partir,
y como una realidad muerta
la despedí con una sonrisa en los labios.
Era un día tan claro,
tan empapado en luz, tan dócil,
que yo como él, acepté,
ni reflexioné ni combatí,
me mantuve a flote
como aquel barco.
‘Mañana’, pensé, ‘veré
qué se me fue,
qué me ha ocurrido por dentro’.
Pero mañana ya fue muy tarde.
Los días seguían siendo fascinantes,
el aire, las aguas,
ese colorido mágico de las cosas,
que va uniéndose
y creando sus propios cuadros.
Pero el mañana y las ganas
partieron con aquel barco.
Nená
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