Los muebles han salido a las calles
hartos de estar empolvados,
un poco de sol, y otro amo,
se han aburrido de su arresto domiciliario.
Cuchicheos, risas,
pequeños portazos de cómodas;
hay revuelo de viejas maderas,
critican vetustas costumbres
y se ríen de sus propietarios.
Detrás se enhebran las casas
que huecas parecen sostenerse infladas,
como globos de helio.
Un poco más abajo, en el puente,
las más esnobs hablan de poesía,
en un intento de distanciarse
de las otras,
pero ya ellas mismas son distintas.
Tantas lenguas diferentes, tantas risas,
que el proyecto Torre de Babel pensaría
que un llano hubiera sido mejor negocio
para alcanzar el cielo,
con un puñado de muebles,
porque puede que el edén
no estuviera en las alturas.
Nená
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