Si supieras donde te ha de buscar,
que en el frunce de tanta página desvaría,
y confunde tritones en cielo abierto
con ángeles navegantes.
Que no la rescata el sueño
de tanta incoherencia,
ni las manos de los vivos
tan ahebradas e imprecisas.
Si supieras de qué modo te cita,
que a la luna lo le quedan sellos
para tanta epístola,
y hasta las palomas le exigen asueto
aleteando sus labios entre sus picos.
Pero ella se obstina en convocarte,
sigue llamándote a cada instante
como si tu nombre fuera su nombre,
y como si no existiera nada más que tú.
Nená
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