Ya no son tiempos de rubor,
ni tiempos de correr tras el teléfono.
Ya perdí el gusto por esa emoción
del corazón que salta
y hace quiebros
y hace quiebros
como un vivaracho volatín.
No son estos tiempos peores,
son otros, con olores y matices distintos.
Otras perspectivas de las mismas fotos,
sin tener que hacer el pino puente,
ni ninguna otra posición engorrosa.
No soy más lista y estoy más cansada,
soy más lenta y disimulo mejor los errores.
Me permito más, por el artículo 33,
famoso artículo donde los halla:
El primero es porque sí y los restantes
vienen a ser del mismo padre,
con algún adorno churrigueresco,
según despunte el día y mi humor.
Ya no son tiempos de que el pulso
se ponga a mil, como si hubiera
apostado en las carreras,
ni tiempos para el enojo,
ni para las paradas a pié de pista,
a replantearme si todo lo que hice
fue lo correcto o lo incorrecto.
Poco más.
Nená
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