Ya te esperaba
cuando el mundo no era mundo.
Los mapas celestes andaban en pijama,
y la luna era una niña
amodorrada en un cesto.
Te aguardaba cuando atribulado
huías a desvelos,
pensando que estabas solo,
paseando silencioso por alguna alameda.
Cuando dormías y amanecías
en poemas de otros.
Cuando no me anhelabas,
hasta cuando bebías de los cuerpos
por capricho,
y renunciabas a ti
por reinar un victimario.
Entonces también te esperaba
como ahora te espero.
Nená
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