Antígona y Edipo por Antoni Brodowski
creyó que la ley divina era razón mayor
que los decretos del hombre;
hoy esta mujer se pierde
en la humedad de la noche,
como un acertijo impenetrable,
sin nigromante que prediga destinos
ni ángeles que la auxilien.
¿Debe colgarse en la tumba hecha a su medida?
Antígona arrimaría la maroma
a la que vendió su cuello
¿Qué pensaría Hemón?
¿Y cuántos más viajarán con su billete?
Hoy esta mujer se pierde
en la humedad de la noche,
sola, ebria de vinos amargos,
triste embajadora de su fe
siempre oculta en desvaríos
¿Cuántas más Antígonas necesitará el mundo
para perdonarlas a todas?
Nená
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