domingo, 8 de enero de 2012


Tanto te extraña que te extrañe, 
te duela que me duelas, 
te escueza que me ardas 
sin conocer las líneas de tus dedos. 
Puede que sea sólo hoy, 
o tal vez sólo mañana, 
tanto es,  pero no tan raro. 
Lo que no comprendo 
es que aún besando 
la arruga de tu cuello, 
te sientas incómodo con mis 
desaciertos atinados o descabellados. 
Nunca serían dardos de ninguna etnia, 
no entraría en guerra blindada, 
sólo en un combate de cuerpos, 
sin disgusto,  en complacencia, 
al antojo y voluntad 
de lo extraordinario o asombroso. 
Que lo que me sorprende en realidad 
es nada,  que es en el fondo todo 
o casi todo lo que me rodea. 





Nená

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