Tanto te extraña que te extrañe,
te duela que me duelas,
te escueza que me ardas
sin conocer las líneas de tus dedos.
Puede que sea sólo hoy,
o tal vez sólo mañana,
tanto es, pero no tan raro.
Lo que no comprendo
es que aún besando
la arruga de tu cuello,
te sientas incómodo con mis
desaciertos atinados o descabellados.
Nunca serían dardos de ninguna etnia,
no entraría en guerra blindada,
sólo en un combate de cuerpos,
sin disgusto, en complacencia,
al antojo y voluntad
de lo extraordinario o asombroso.
Que lo que me sorprende en realidad
es nada, que es en el fondo todo
o casi todo lo que me rodea.
Nená
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