lunes, 9 de enero de 2012


Folios ambarinos, 
cestas rotas,  la paz de los años 
se abreva en las piedras. 
Escuché tu voz en Irlanda, 
cadenciosa,  mansa, 
repetías mi nombre, 
y tu palabra salía de las paredes, 
de los cuadros,  de los butacones, 
pero nadie me creyó. 
Sé que me llamaste 
y que yo te oí; 
como sé que algún día 
tal vez llame a otro y me oirá 
en alguna parte del mundo, 
y en otra época. 
La vida y la muerte 
están demasiado cerca, 
el pasado,  el presente, 
el antaño y el hogaño
tienen las manos juntas.




Nená

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