La nube manchada de lluvia
se niega a descargar agua.
‘No voy a llover, dice,
no hay orden,
no hay hermandad en el cielo.’
Mis dedos teclean sin mesura
palabras de éter,
¿qué diría mi abuelo?
él siempre pensó
que sería su cachava,
el bastón de su ancianidad
tan sensata.
Leo las líneas de mis manos,
las huellas y espirales
que quedan en las palmas,
-nunca le conté que sabía hacerlo,
se hubiera re-muerto, de la risa-.
Y veo desorden,
hay soledad en mis manos.
¿Me niego a descargar poemas?
Alguno lo agradecería
-en esto mi abuelo, también se re-moriría
de la risa-.
Nená
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