No soy poeta.
Soy autora de versos,
a veces corretean por la alfombra
y les pongo nombre,
pero no os lo cuento,
es sólo cosa nuestra
-de ahí que hay pocas cabeceras-
Soy triste, pero capaz de reír tan alto
que haría sombra al propio regocijo.
Me asombra como juzgo
lo intachable y lo envilecido,
como si tuviera
reglas celestiales en los bolsillos.
Se me escapan las sentencias,
como los bailes al farol de lo íntimo,
algo connatural,
nacidas de la última vértebra,
allá donde se sacraliza el lomo
-hablamos de un desprendido trasero-.
Os miro desde arriba, desde abajo,
desde el flanco,
a veces sonrío.
Otras, vuestro dolor es el mío.
Hoy lloro, mañana río,
suelo llorar como un río.
Como vosotros respiro
entre lápices y teclas,
pero yo no soy poeta,
sólo escribo.
Nená
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