Ser el edificio, la ventana
o el portal
donde tú regresas.
Una esquina de pared
o un centímetro de papel pintado.
Una taza de té,
un recuerdo en una balda,
ese cromo, una vieja fotografía,
una imagen o un olor cualquiera.
El abrazo de mamá,
un día de tu niñez adulta.
Ser un poco de lo que tú eres,
como un cruce de caminos
improvisado.
Un trueque de rumbos,
una variación de los tiempos,
un roce de espacios,
de segundos,
sin perseguir más fantasmas
ni más temeridad.
Nená
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